viernes, 5 de enero de 2018

Todo lo que no puedes controlar, te está enseñando a soltar.




¡En la vida nos pasará de todo! Y dentro de ese sin fin de posibilidades, viviremos experiencias inolvidables, positivas y negativas, tendremos vivencias un tanto más triviales, que luego valoraremos por su importancia, pero sobre todo creceremos, aprenderemos a hacer uso de nuestras herramientas, reconoceremos nuestros recursos internos y en el mejor de los casos aprenderemos a manejar las situaciones que nos generen sufrimiento.


Cuando atravesamos una experiencia sobre la cual no tenemos control, al menos no de la manera que nos gustaría, tendremos varias opciones para abordar esa situación, intentando tomar el control y sintiéndonos frustrados por los resultados, resistiéndonos a lo que está pasando, con tanta rigidez en nuestro ser, que terminamos por quebrarnos, negando la experiencia, evadiéndola o huyendo de ella, sin aceptar que está ocurriendo y debemos hacerle frente o en el mejor de los casos aceptando y soltando la necesidad de controlar.

Y es justamente a aceptar y soltar lo principal que debemos aprender, porque es esto lo que nos libera del sufrimiento, es esto lo que nos hace transitar un camino complicado con la mejor actitud, confiando en que si estamos haciendo lo que está a nuestro alcance de la mejor manera, pronto nos ubicaremos en una posición privilegiada que nos permita mirar atrás y ver lo conveniente de haber soltado aquello que no nos hacía bien, haber dejado de procurar tener el control sobre lo que no era posible y ahorrándonos cualquier cantidad de energía que pudimos canalizar en otra dirección.

Para quienes tenemos un locus de control interno y nos cuesta delegar, dejar responsabilidades en alguien más o aceptar que no tenemos alcance para resolver alguna situación, nos resulta un tanto más complicado soltar. Obtener resultados distintos a los que nos gustaría se puede tornar un verdadero castigo, impuesto por nosotros mismo y el asumir que no podemos hacer nada, nos llena de frustración, ya que nos sabemos creadores de nuestras vidas y sus experiencias, incluyendo aquellas que no nos dejan un sabor amargo en la boca.

Pero aceptar es parte de entender la vida como una totalidad, es ganar humildad y entender que siempre habrá cosas que no resultarán como queremos y que esas experiencias nos edificarán como seres en crecimiento que somos y serán los escalones que debemos recorrer, para situarnos donde necesitamos estar.

Soltar nos libera de la carga, nos permite relajarnos y sobre todo nos permite armonizar en nuestro interior, permitiéndonos estar alineados con aquello que sí queremos y dejar de manifestar lo que nos agrada en nuestras vidas.

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