martes, 14 de marzo de 2017

EL “QUÉ DIRÁN” Y EL POTENCIAL PERDIDO Por Laura Foletto.


Hace muchísimos años (en otra vida, jaja!), trabajaba en una agencia de publicidad. Tiempo después de que me fui, me encontré con un compañero que era una persona muy extraña y profunda (un día me dijo: “yo estudio la Máquina (Dios) y todo lo demás me viene por añadidura”).  Hizo un par de comentarios muy perspicaces acerca de mis actitudes, que me sorprendieron enormemente porque yo pensaba que las había encubierto bastante bien.  Y, para completarla, me contó algunas cosas que los demás opinaban de mí (muy buenas), lo cual ya terminó de desconcertarme.

Esto me hizo reaccionar y pensar sobre qué poco control tenemos sobre lo que piensan los demás…. sobre todo teniendo en cuenta el enorme tiempo y dedicación que le destinamos a esas opiniones…  Vivimos pendientes del “qué dirán”, ocultando, simulando, aparentando, en la ilusión de que estamos dando una gran versión de nosotros mismos y de que los demás se la tragarán.  Resulta que no, que es solo eso, una ilusión.

Y resulta que, si se la creen, tampoco la pasamos mejor porque eso significa que vivimos en la mentira, que nadie nos conoce como somos verdaderamente, que estamos haciendo grandes esfuerzos para cubrir las falsedades que diseminamos, que no podemos confiar en ninguna persona, ni siquiera en nosotros mismos.

Aunque algunos lugares, como pequeñas ciudades (“pueblo chico, infierno grande”) o ámbitos muy conservadores parecen ser donde más se concentran estas conductas, la realidad es que en cualquier espacio se extiende el fingimiento de un cierto modelo que uno debe cumplir.  Adicionalmente, las inseguridades y traumas personales le agregan combustible y entonces tenemos un combo de sufrimiento y vacío que es difícil de soportar.



Es tan potente este comportamiento que podemos pasar toda la vida sin conocernos ni pudiendo desplegar el potencial maravilloso que llevamos.  Analizando Cartas de Diseño Humano con muchas personas, resalta el enorme condicionamiento del medio (familia, sociedad, religión, etc.) que ha impedido la concreción de cualidades valiosas que han traído.  Esto no es solo un perjuicio para ellos sino para la Humanidad, porque lo que desarrollamos y aprendemos es nuestro aporte para todos.

En ese sentido, cuando proyectamos el personaje, nos perdemos a nosotros mismos y a esa marca distintiva que poseemos.  Nos creemos imperfectos, poca cosa, sin importancia, pensamos que nuestra contribución es minúscula y sin valor.  En consecuencia, tenemos complejo de inferioridad o de superioridad pero el resultado es el mismo: nos negamos, nos rechazamos, nos dañamos.

Te propongo algo: desnúdate y mírate al espejo.  Comienza por aceptar tu cuerpo.  Todo, lo lindo y lo feo.  Luego, escribe tus cualidades y carencias.  Todos, te llevará bastante tiempo, ve agregando cada día algo.  Aprecia cada uno, lo que tiene para disfrutar y lo que implica de aprendizaje.  Después, obsérvate desde la perspectiva de tu Alma, permite que su amor y serenidad te complete, ábrete a que te guíe y te apoye en esta encarnación.  Eres un luminoso diamante de mil facetas.  Deja que brille.


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